En los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Rubén Limardo conquistó una medalla de oro en esgrima en la categoría de espada individual, inspirado por la memoria de su madre.
Con muchas dificultades este venezolano, oriundo de Ciudad Bolívar, logró la hazaña que nadie en el país suramericano había logrado desde 1968, cuando Francisco “Morochito” Rodríguez derrotó a un surcoreano en México y logró la primera presea dorada para el país.
Cuatro años después y a los 31 años, Limardo es la estrella de la delegación venezolana y su abanderado en Río 2016. Un camino lleno de inconvenientes que han cambiado sus destino. Iniciado en el arte de la esgrima a los 7 años, a sus 12 un accidente en patineta hizo que este zurdo natural dejara el uso del florete con su mano derecha para sustituirlo por la espada, enarbolada con la izquierda. El comienzo de una carrera deportiva llena de luchas y esfuerzos.
Limardo logró una medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, tras lo cual viajó a entrenarse y a iniciar estudios de Psicología.
Con solo 20 años fue campeón mundial juvenil y abanderado de los Juegos Bolivarianos realizados en las ciudades colombianas de Armenia y Pereira.
En 2007 logró el oro panamericano en Río de Janeiro y luego vendría Beijing, donde cayó en la primera ronda; y en la categoría de espada por grupos llegó a cuartos de final y fueron derrotados por Francia.
En la antesala de los Olímpicos del 2012 obtuvo dos medallas de plata en los Panamericanos de Guadalajara, en 2011.
En Londres su triunfo cayó por sorpresa en una disciplina que no es tan popular en Venezuela y literalmente tomó a todos por sorpresa.
A la gesta deportiva de Río 2016 le preceden otros importantes triunfos de Limardo: el campeonato mundial de esgrima de Budapest, en 2013, y las medalla de oro en espada individual y en equipo, en los Panamericanos de Toronto.
Ahora, con la bandera de Venezuela en su mano, Rubén Limardo se enfrenta a las que podrían ser sus últimas olimpíadas donde busca alcanzar otra presea dorada.